Sólo la falta el título al último capítulo de esta serie de personajes con poderes sobrenaturales

Cuento en construcción

Invéntale un título a este cuento creado hasta el momento entre Mario Alfares, Sergio Mendoza, Diógenes Albeiro Rosado, Ninfa Benedetti y la edición del Comité editorial de Cuento Colectivo. Tienes hasta este sábado 26 de mayo de 2012 para participar.

Xandro ya tenía absoluto control sobre sus poderes y además, hace ya bastante tiempo que contaba con el conocimiento de que había muchos otros como él. Cuando alguien más con dones como los de él estaba cerca, los poderes de cada uno se multiplicaban. Esto causaba una reacción en los cuerpos de estos individuos difícil de controlar si se es un principiante.

Un día, mientras atravesaba un parque, Xandro sintió la reacción en su cuerpo. Entusiasmado, buscó dónde se encontraba la persona y vio a una niña que emitía rayos desde sus pupilas. Los rayos estaban deteriorando los columpios e instalaciones y varios niños ya habían salido corriendo espantados.

“No luches contra él. Acéptalo” dijo Xandro. “Evita el miedo y la desesperación. Sólo puedes hacerlo bien si logras mantener la serenidad”. Aunque la niña intentaba decirse a sí misma las palabras tranquilizadoras, las enseñanzas de este desconocido maestro, no pudo evitar un estremecimiento que recorrió su cuerpo como una descarga eléctrica. Entonces, Xandro se dio cuenta de que la niña estaba mirándole.

Lo miraba con sus ojos incandescentes, llenos de una poderosa fuerza psíquico -eléctrica imposible de detener. Esta fuerza lo atravesaba, lo desnudaba, lo vaciaba por dentro. Era un poder como nunca había conocido, un poder destructor contra el que no conocía escudo alguno.

La vida de Xandro estaba a punto de acabar, cuando de pronto la niña logró calmarse. Fue entonces que su rayo se apagó. A Xandro le tomó un par de minutos recobrar el conocimiento. “¿Cómo te llamas?” le preguntó a la niña. “Me llamo Agatha”, contestó ella. “Tienes un poder extraordinario Agatha. Creo que podría ayudarte a controlarlo, si me dejas. ¿Dónde están tus padres?” preguntó Xandro.

“No tengo padres, nunca los he conocido. Hace ya no sé cuántos días que me cerraron las puertas de la última institución a la que fui. No sabían qué hacer conmigo cuando me exaltaba”. Xandro adoptó a Agatha y ese fue el inicio de una larga relación entre maestro y pupilo, aunque, como después comprobarían, en este caso, muchas veces el pupilo superaba al maestro.

Esta alianza cambiaría la faz de la tierra, pero no de la forma esperada. Fueron ellos los creadores de la primera organización secreta de seres excepcionales. ¿Quién hubiera pensado que un simple encuentro en un parque citadino, era el inicio del fin del mundo?

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