Solamente le falta el título a este cuento sobre la adicción a internet

Cuento en construcción

Invéntale un título a esta historia que ha sido creada hasta el momento entre Paola Pianeta Arango, Juan Mascardi, Mada Galiana, Enrique Castiblanco, Virgilio Platt y la edición del Comité editorial de Cuento Colectivo. Tienes hasta este jueves 16 de febrero de 2012 para hacerlo, es lo único que hace falta para terminar el cuento. ¡Participa!

Y hubo un día que, definitivamente, mudó su vida entera a Facebook. De nada valía la vida tranquila y cómoda que tenía con Tatiana, una joven provinciana con la que llevaba varios años de casado. Desde que un amigo de la infancia lo había obligado a abrir una cuenta de Facebook con la idea de ubicar a los amigos del colegio y organizar una integración, el sitio se había convertido en una obsesión y un perfecto cómplice para revivir amores pasados, conocer mujeres de otras ciudades y hasta para concretar citas con compañeras del trabajo y amigas de su esposa.

Todo comenzó como un juego. Frases, palabras y personas que volvían a golpear en su vida, su nueva vida. La otra, la aburrida y cotidiana, había quedado atrás, mientras todos dormían en sus camas. Sin embargo, hubo un hecho, un evento que lo descolocó… una ausencia. No poder encontrar a su primer amor. “Si todos están en Facebook y ella no, algo malo debe haber ocurrido”, pensó una noche de calor.

Buscó y preguntó a los demás si sabían algo de ella, pero nadie sabía nada. Todos le habían perdido la pista desde el colegio. Enseguida pensó que algo terrible le tenía que haber pasado para no estar en la red social donde estaban todos. Buscó noticias en los periódicos, en las hemerotecas virtuales, puso su nombre en Google y en Twitter a ver si aparecía algo, no obstante,  la búsqueda fue en vano. No estaba en ningún sitio.

Pensó en buscarla en las páginas amarillas, tal vez algún teléfono estuviera a su nombre. Eso también fue inútil. Entonces se le ocurrió. Insertó en el buscador de la red social el nombre de la hermana de su viejo amor. Su perfil apareció al instante. Entonces buscó en la lista de amigos de su hermana, foto por foto, hasta que encontró la suya. Sólo se podía ver su silueta y al parecer había cambiado su nombre, pero estaba seguro que era ella.  ¡Por fin la había encontrado!

“¿Qué haces despierto a esta hora?” lo sorprendió su esposa. “Eh… terminando cosas de la oficina, ya casi voy”. “Sé que algo importante te sucede. He sentido tu ausencia en la cama estos últimos días”, le dijo Tatiana de forma tierna. “Algo importante”, la frase retumbó en su cabeza varias horas luego de que logró que su mujer se fuera a dormir nuevamente.

Qué tan importante podría ser aquella mujer que se burló de sus ideas infantiles de estar juntos para toda la vida y que al terminar el bachillerato le había terminado sin razón alguna. Desistió de la idea de agregarla a sus amigos de Facebook. Seguiría teniendo amigas ocasionales y evocando recuerdos con sus ex novias de la universidad a través del chat, pero a ella, la única mujer capaz de desestabilizar su tranquilo matrimonio, la dejaría en el anonimato, tal y como ella parecía que quería estar.

Volvió al cuarto y despertó a su esposa. “Es cierto que he estado ausente. Creo que dejé que esa máquina jugara con mi imaginación más de lo debido. Pero algo he aprendido y es que nunca más dejaré que esa ilusión de cercanía a los que están lejos que otorga internet me vuelva a separar de lo que tengo a mi lado, lo que de verdad es importante”.

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