Las órdenes que Suárez esperaba que no le dieran

Te invitamos a continuar esta narración que apenas comienza. Una vez sepamos el final de la historia le inventaremos títulos. Puedes participar en la zona de comentarios de esta entrada o escribiendo a comiteeditorial@cuentocolectivo.com.

A US military prison guard in the Guantánamo Bay detention center

Las instrucciones eran claras, vigilar al presidente, o mejor dicho, al ex presidente prisionero, mientras la cúpula militar decidía que hacer con él. El Coronel Iriarte había dado la orden de que esta misión debía permanecer en secreto y era él el soldado en el que más confiaba, sobre todo para lo que tenía que hacerse. Nunca antes había el Coronel usado palabras de elogio hacia él, le causaba curiosidad saber por qué él era el indicado. ¿Qué podría decir su perfil psicológico? Nunca se había caracterizado por ser impulsivo ni violento en exceso. Si se trataba de torturar o eliminar al recluso, ¿cómo podría ser él el escogido? Esperaba que esas no fueran sus eventuales órdenes.

El prisionero ya llevaba 36 horas sin dormir, ni comer, sentado en su cama, mirando de manera fija a la pared. Los ojos los tenía de un rojo intenso, e hinchados. El recluso sintió la mirada del soldado Suárez, quitó su vista de la pared y lo miró a él directamente. “Mátame ahora muchacho, no conseguirán ningún tipo de colaboración de mi parte y prefiero morir ahora que vivir de rodillas”…

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