Las cicatrices imperceptibles del rostro

Este cuento fue escrito entre Nati Albert, Sandro Vergara, Valentina Solari y la edición del Comité editorial de Cuento Colectivo. Al terminar de leerlo, dinos como te pareció el resultado.

Obra de  Fernando Zóbel.
Obra de Fernando Zóbel.

Todo mi cuerpo temblaba, la sujetaba entre mis manos con la sensación de no poder soportar ni un segundo más, ni un gramo de peso más, creía que con solo un suspiro mi cuerpo se desvanecería. Entonces se deslizó entre mis dedos. Nunca olvidaré su expresión, al caer al vacío. Su cara era de miedo cuando todavía la sujetaba con toda mi fuerza, pero se tornó a una de tristeza y resignación, cuando supo que se iba a resbalar. No había nada que la salvara del abismo… de la nada.

Las palomas se ahuyentan con mi paso por la plaza y escucho el sonido de sus alas. Sucias palomas… ¡como las detesto! El día está nublado y gris y me pesan los párpados de los ojos. Los siento hinchados, como de un cansancio viejo. Me miro en el espejo del anticuario que queda en la esquina de mi casa y casi no me reconozco… sé que no soy el mismo, algo hace falta. En mi rostro se notan mis marcas de vida como en los soldados las cicatrices de guerra. Ahora soy más deportista que nunca. ¡Que irónico! Cuando ya no sirve para nada, cuando ya te escapaste de mi vida para nunca más volver.

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