Invéntale un final a este cuento sobre las redes sociales e internet

Cuento en construcción

Ya llevamos más de un mes con este cuento en línea. Es hora de empezar a inventarle finales o por lo menos dar pie a un final. El tiempo se agota así que participen. Recuerden que un buen texto se logra cuando hay armonía entre todas sus partes, en este caso, en su inicio, nudo y final. Tienes la oportunidad de crear un final magistral que esté en armonía con el resto del escrito. ¡Sorpréndenos! Esta historia ha sido creada hasta el momento entre Paola Pianeta Arango, Juan Mascardi, Mada Galiana, Enrique Castiblanco y la edición del Comité editorial de Cuento Colectivo.

Foto tomada por Jay Cameron

Y hubo un día que, definitivamente, mudó su vida entera a Facebook. De nada valía la vida tranquila y cómoda que tenía con Tatiana, una joven provinciana con la que llevaba varios años de casado. Desde que un amigo de la infancia lo había obligado a abrir una cuenta de Facebook con la idea de ubicar a los amigos del colegio y organizar una integración, el sitio se había convertido en una obsesión y un perfecto cómplice para revivir amores pasados, conocer mujeres de otras ciudades y hasta para concretar citas con compañeras del trabajo y amigas de su esposa.

Todo comenzó como un juego. Frases, palabras y personas que volvían a golpear en su vida, su nueva vida. La otra, la aburrida y cotidiana, había quedado atrás, mientras todos dormían en sus camas. Sin embargo, hubo un hecho, un evento que lo descolocó… una ausencia. No poder encontrar a su primer amor. “Si todos están en Facebook y ella no, algo malo debe haber ocurrido”, pensó una noche de calor.

Buscó y preguntó a los demás si sabían algo de ella, pero nadie sabía nada. Todos le habían perdido la pista desde el colegio. Enseguida pensó que algo terrible le tenía que haber pasado para no estar en la red social donde estaban todos. Buscó noticias en los periódicos, en las hemerotecas virtuales, puso su nombre en Google y en Twitter a ver si aparecía algo, no obstante,  la búsqueda fue en vano. No estaba en ningún sitio.

Pensó en buscarla en las páginas amarillas, tal vez algún teléfono estuviera a su nombre. Eso también fue inútil. Entonces se le ocurrió. Insertó en el buscador de la red social el nombre de la hermana de su viejo amor. Su perfil apareció al instante. Entonces buscó en la lista de amigos de su hermana, foto por foto, hasta que encontró la suya. Sólo se podía ver su silueta y al parecer había cambiado su nombre, pero estaba seguro que era ella.  ¡Por fin la había encontrado!

“¿Qué haces despierto a esta hora?” lo sorprendió su esposa. “Eh… terminando cosas de la oficina, ya casi voy”…

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