Doña Elvira (título provisional)

Cuento en construcción

Este cuento ha avanzado de esta manera gracias a los aportes vía Twitter de Hector Romero, Gladys Trujillo, Patricia Hernández, Patricia O y Cuento Colectivo. La idea es que continúen la historia en la zona de comentarios de esta página con aportes del tamaño que quieran. La etapa de construcción para este cuento está abierta de forma indefinida.

Foto por Ingrid Taylar

Aquella mañana era tan patética como cualquier otra. Doña Elvira barría la calle con su peculiar contoneo de adolescente. Barrer: la excusa perfecta para monitorear a las personas que sí tienen vida. Mientras lo hacía, alcanzó a escuchar una conversación de sus vecinos que se arrepintió toda la vida de haber escuchado. Era la voz de Dora, su vecina: “Ya me cansé de ese viejo, no me lo aguanto. Esta noche vertiré el veneno en su jugo de arándano”. Sin poder ocultar su nerviosismo, Doña Elvira dejó lo que estaba haciendo de forma abrupta y se encerró rápidamente en su casa.

Apoyada contra la puerta, sus pensamientos se arremolinaban en torno a una sola ídea: “¿Será que Dora al fin lo descubrió? ¿Será que la noche anterior no estaba tan dormida como él pensó y los escucho teniendo sexo salvaje en la cocina? Debe ser mi imaginación”, concluyó Elvira y se durmió tranquila esa noche. A la mañana siguiente la despertó la sirena de una ambulancia. Esa mañana era lluviosa. Con su mano limpió el vaho del cristal para poder ver cómo se llevaban a su amante. “Lo hizo”, pensó aterrada…

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