Continúa esta historia de suspenso y violencia

Cuento en construcción

Sigue esta historia que ha sido creada hasta el momento entre Maite Guzmán, Macamolist y la edición de Cuento Colectivo. El ejercicio está abierto de forma indefinida y una vez sepamos el final de la historia le inventaremos títulos.

Despertó y no sabía en dónde estaba, cómo había llegado hasta allí, ni tenía ningún tipo de recolección acerca de las últimas 24 horas. Sus manos estaban ensangrentadas. Dio media vuelta en la cama y encontró a una joven muerta, las sábanas estaban empapadas de sangre.

Desorientado miró a su alrededor. La pequeña habitación estaba sumida en caos: restos de comida regada en el suelo, botellas de cerveza y colillas de cigarros en la mesa de noche. Parecía el cuarto de un estudiante de secundaria. ¿Sería el cuarto de la chica? “¿Qué hora es?” se preguntó. “¿Habrá alguien más aquí?”.

Entonces, entre las sábanas encontró el cuchillo y entendió en el lío en que estaba metido. “¿La habré matado yo?” pensó horrorizado cuando vio su ropa tirada en un sofá cercano a la puerta. “¡Tengo que salir de aquí!” se dijo, pero mientras abría la manilla, cayó en cuenta de que todavía no le había visto el rostro a la chica. Un estupor sacudió su cuerpo en rechazo, no obstante, no lo podía evitar. Se dio vuelta y decidió ver bien a la víctima

Lentamente se acercó a la cama e intentó mover la sábana que la cubría. Entonces la mujer emitió un quejido. El salto que dio lo dejó medio inerte en el suelo, pero sacó fuerzas para levantarse y volver a mirar. El corazón lo tenía pegado al cuello, le impedía respirar y pensó que iba a morir en cualquier instante. Sin embargo, hizo un intento de acercarse cuando la chica, agonizando, habló: “Llama a mi madre”. “Dime el número de teléfono”, le contestó él.

A duras penas se lo dio mientras con un bolígrafo apuntó en su mano. La mujer cayó en una especie de sopor y él tecleo con nerviosismo en su móvil…

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