Sumergida

Este cuento fue escrito por Roberta Bregan para Cuento Colectivo, a partir de la imagen que aparece en esta entrada. ¿Te gustó el resultado? Deja tu comentario.

Guillermo Haro

Y era testigo de aquella locura, aquel sueño fragilizado en el mar. Eran sus dudas las que llegaban cubiertas de rumor con las olas gigantescas. Era el leve suspiro del alma. Cada noche que se posaba la luna, entre las caricias del dulce frio y la pasión de lo onírico, intentaba dormir, pero de vez en cuando me volvía susceptible.

Era yo también un sueño, un reflejo de lo lejano. La distancia del dulce mar, que creaba misterio sobre la inocencia del agua. Entonces observo con mucha atención la unión de aquellas almas temerosas: el misterio y la inocencia. Me advirtieron del viaje de eternas precauciones, pero allí también encontré la locura.

Cada paso era más excitante y menos veía por el desnudo de los árboles, de su relieve. Amanecía ya, y la luna seguía allí, como una flor solitaria entre tantas cadenas de nubes. Esta estrella, con su luz romántica, con espejos plurales, era el único espacio de vitalidad imposibilitada al rechazo, y fue ahí, en lo inhabitable que empecé a creer en el fuego triste y el constante deseo de seguir ahogándome.

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