Retrato de un amante holandés

Cuento final

Este cuento es el resultado de la combinación entre el fragmento de una novela  escrita por Karim Quiroga, la continuación de ese fragmento propuesta por Kether Cubillos y la edición del Comité editorial de Cuento Colectivo. El final de Kether ganó por votación. ¿Qué tal les ha parecido el resultado? En este enlace puedes ver cual es el fragmento de Karim Quiroga y cuales fueron todos los aportes hechos para continuarlo.

Foto de Dyobmit tomada de Flickr

El registro del mundo que expelí y desprecié. Salgo en su búsqueda. Pero no tengo nada que reclamar. Ningún principio fue violado. Ni hubo pactos. No hubo entregas absolutas. Ni firmas frente a notario público. El amor era una nueva mentira para registrar en mi archivo de ficciones. Una comedia en la que actué de malabarista y payasa. Una comedia en género western, con mujeres que bailan cancán en bares de mala muerte. Se abre el telón y el protagonista ingresa al recinto y todos los presentes voltean a mirarlo.

Usa sombrero vaquero y tiene un revolver en la cintura, está armado hasta los dientes, pero sólo quiere algo para la sed. Pide una cerveza y se la bebe en dos segundos. Yo lo observo a través de la pista. Lánguida, impunemente. Y dos horas más tarde me despierto con el amante en mi cama, no sé qué hacer con él pero en esta comedia el amante insiste en una relación formal. No busco amigas, busco una relación estable y duradera.

Busco alguien con quien morder una manzana, alguien con quien embriagar la noche, busco alguien con quien mirar al tiempo a los ojos y burlarme de él. Busco alguien a quien llamar mía cuando en la oscuridad de la noche, mis penas son más frías. Busco alguien con quien desafiar al eterno, alguien en quien refugiar esta nostalgia de cielo. Busco a la madre de los placeres, la señora de lo indebido, la asesina de lo inmoral, la vestal de lo prohibido, la lupa del vaticano, a la doncella del infinito. Busco a quien llamar la señora del averno.

Poso mis manos sobre sus labios, las aparta suavemente, me toma entre sus brazos y funde sus labios con los míos, mi cuerpo y mi alma se estremecen. Una de sus manos vaga libre sobre mis senos, mientras la otra se hunde lasciva en el pozo de mi sexo. Arremete furiosa, salvaje de una manera casi animal dentro de mí, siento en mi vientre el calor de las estrellas. A medida que me hace suya, se oye a lo lejos un coro que entona motetes olvidados en el curso de los siglos. Con la paciencia de un restaurador, besa cada uno de los rincones de mi cuerpo, que se rinde sin voluntad ni razón. Una cascada de olores abruma mi sentido del olfato, huele a melancolía y tristeza infinita, a días sin sol, a noches sin luna, es como si albergara en su cuerpo el olor mismo del universo.

Una sucesión de infinitos gemidos escapan indómitos de mi garganta. Un torrente de pasión y deseo recorre mi ser. Una explosión húmeda y cálida fluye en mi interior, bañando mi entrepierna y su vigoroso miembro, en medio de un orgasmo interminable, me revela su nombre. En ese momento las campanas marcan las doce y es cuando veo en sus ojos el fuego. Pierdo el sentido… sólo despierto para encontrar a mi lado una nota firmada por él. Había dormido con el Diablo.

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