Norbert el vampiro (título provisional)

Cuento en construcción

Este es otro de nuestros cuentos colectivos vía Twitter, sin embargo, en esta ocasión las reglas son diferentes. Estábamos usando el método del hashtag para leer sus aportes, pero nos hemos dado cuenta de que no siempre aparecen los de todos. Por lo tanto, en esta ocasión no usaremos hashtags para continuar la historia, si no que los aportes deben incluir “@cuentocolectivo”, es decir, nos deben mencionar. La historia comienza a partir de la oración que está después de la imagen. Haremos re- tweet a los aportes que clasifiquen y enseguida actualizaremos esta página para que sepan por dónde va la historia. Este cuento está abierto de forma indefinida. Recuerden que los aportes se hacen por Twitter y no en esta página.

Foto por Omarukai

@cuentocolectivo Ese día Norbert tenía más sed de sangre que nunca, necesitaba alimentarse. Un asomo a las banquetas era suficiente para incitar al ataque, invitar al apetito. Una morena, un niño con mejillas grades. Esperando el momento de la hidratación definitiva, se bebió un Red Bull. El líquido frío le remojó los colmillos y le brindó un fugaz placer. No obstante, eso sólo aumentó la necesidad de la bebida vital.

Norbert, en el fondo, no quería ser vampiro, pero el instinto podía más que el querer ser normal en un mundo de mortales. Sin embargo, él era casi como cualquier otra persona: televisión por cable, jeans entubados y un cigarrillo después del sexo. Casi como cualquier persona, con la excepción de que Norbert a veces sentía la necesidad de darse un exquisito banquete humano. Después de beber de la lata, pudo ver a una mujer con largas piernas, un tanto extraña,  caminar en la acera de enfrente. Era su oportunidad, en ese momento el parque estaba relativamente sólo. La haló hacía unos arbustos y mordió su cuello.

Depronto se escuchó un grito a lo lejos. Alguien había visto el momento. A Norbert le tocó salir corriendo y esconderse, ya le había rasgado el alma a aquella desdichada mujer, dejándola tendida en el suelo sin signos vitales. Norbert entró en la peluquería de la esquina, sonrió de forma amable a las señoras con ruleros y ocupó un sillón.

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