Maratón romántico

En este ejercicio la idea es continuar el poema y darle el rumbo al relato que parezca más acertado. Esta semana llevaremos a cabo un ciclo de cuento románticos. El título que hay por el momento es provisional y se lo inventaremos una vez sepamos el final de la historia.

9_A_orillas_del_mar

Hace unos cuatro años que amé a una mujer. Olvidé el miedo a la muerte, el miedo a perder. El enamoramiento es más una transición. El amor que describo era la consumación. No fue mi primera novia aunque sí fue mi primer amor.

La persona con quien he sentido en mi vida más calor. Por estar junto a ella habría dado y hecho lo que fuera. Pero se fue y me abandonó sin que nada la conmoviera. Ella no quiso seguir conmigo, mi orgullo me hizo dejar de hablarle.

Y no le dije una sola palabra para que no pensara que iba a rogarle. Hasta hace unos días en la que la encontré tendida en la cama. Fui el hombre más feliz de la tierra por volver a ver a mi dama. Estaba preciosa, tal como la recordaba. Incendiaba el lecho como una fogata.

Su piel canela, rostro tímido, ojos brillantes. Sus suaves caricias y sus besos penetrantes. Estaba completamente desnuda desde luego. Y sonreía pícaramente cual si fuera un juego. La abracé de tal manera que por un instante fuimos uno.

No podía diferenciarse la carne o latir de corazón ninguno. Su respiración era mi respiración, sus músculos los míos. El orgasmo lo compartimos, igual que sus fuertes suspiros. Y luego el clímax de aquel día fue verla dormida. La acaricié con todo el amor que en mí residía.

No podía creer entonces mi maravillosa e inmensa suerte. Le comuniqué mi cariño, como alguien que el final advierte. Le dije “No quiero dejarte, no quiero perderte. Que me abandones de nuevo sería mi muerte”.

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