Las distracciones de la selva de concreto

Esta historia ha sido escrita hasta el momento entre Virgilio Platt, Enrique Castiblanco y la edición del Comité editorial de Cuento Colectivo. Puedes continuar o terminar la historia. Una vez sepamos el final de esta le inventaremos títulos, el que hay en el momento es provisional. ¡Participa e invita a tu red!

gran manzana

 

Camino por la gran ciudad, en busca de una distracción. Aunque mi naturaleza no sea la de vivir en un eterno presente, me forzaré solo por hoy. Los pies me duelen y los pensamientos todavía no se van. Ningún acontecimiento fuera de lo común se cruza por mi camino, lo que hace reaparecer su imagen. Tengo que evitarlo, concentrarme en el ahora, en lo que sea. Me detengo, respiro profundo y de manera lenta. Lo hago varias veces, siento cómo mis pulmones se llenan de aire y luego exhalo. Busco con mi mirada cualquier cosa y veo a una mujer y a un hombre que se bajan de un taxi.

La mujer tiene puesto un vestido con estampado de piel de Leopardo, sus pendientes y zapatos de color fucsia se perciben a metros, además en la oscuridad. Mastica un chicle y las raíces negras en su cabello delatan que no es rubia natural. Por otra parte, tiene un bronceado ficticio, color naranja, típico de máquinas bronceadoras. No obstante, sus senos y trasero son monumentales… tiene alrededor de 35 años.

El hombre viste un traje y zapatos negros, pantalón gris y camisa blanca. El material y el diseño de las prendas connotan dinero y más dinero. Entonces éste mira la hora… efectivamente, oro puro. El hombre es mayor que ella, pero no por mucho, tiene entre 42 y 45 años y parece estar de prisa. Éste apresura a la mujer, poniendo la mano su espalda. Agacha la cabeza y mira de lado a lado como quien no quiere ser visto. Entonces entran al hotel y hasta ahí llegó esa historia…

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