Interrogando a los sospechosos de siempre

Continúa o termina esta historia que ha sido escrita hasta el momento entre Sandro Vergara y la edición del Comité editorial de Cuento Colectivo. Una vez sepamos el final de la historia le inventaremos títulos. El que hay en el momento en provisional. ¡Participa e invita a tu red!

"Novecento", por Maurizio Cattelan
“Novecento”, por Maurizio Cattelan

El instituto de varones de Santa Catalina era de los más prestigiosos y costosos del país. Las monumentales instalaciones quedaban a las afueras de la ciudad… cientos de hectáreas de campo, zonas deportivas y de estudio. El director de la institución, el señor McKinley, era un ex militar que abandonó décadas atrás su tierra natal en Arizona, por llevar a cabo una gira terrestre por el continente. Sus aventuras lo llevaron a crear una fuerte red de influencias en el sur, donde terminaría estableciéndose y también ascendiendo como el director del mejor colegio de la región, en poco tiempo.

McKinley vivía en las instalaciones del colegio y los sábados le gustaba caminar solo por el terreno y contemplar el silencio. Ese sábado, mientras caminaba cerca de la cancha de basquetbol, notó como relinchaba un caballo desde adentro. Al principio, dudó de lo que había escuchado, pero al escucharlo de nuevo, supuso que uno de los caballos había escapado del establo.

Entró a la cancha cerrada y no vio nada. Entonces escuchó de nuevo el relinchar y pudo precisar de donde venía el sonido. Alzó la mirada y vio la imagen más surreal de toda su vida, más surreal incluso que las confusas batallas que le había tocado librar en su tiempo.

¿Cómo demonios había llegado el caballo hasta ahí? Tomó dos intentos fallidos con escaleras de metal y un último intento exitoso, llamando a una grúa. El lunes a primera hora, los sospechosos de siempre fueron llamados a donde McKinley. Éste estaba decidido a dar con los responsables y dispuesto a usar toda su astucia para la tarea, si tan solo pudiera torturarlos.

López, Castañeda, Rodríguez, González, Hernando, las joyas del instituto, fueros citados, por aparte. Cada uno de ellos esperaba en uno de los salones desolados de la institución para recibir un interrogatorio, al mejor estilo de inteligencia militar…

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