Existo

En este ejercicio se busca que se metan en la piel del personaje y decidan cual va a ser su camino y qué consecuencias tendrá para él esta elección. 

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Ahora todo me hacía gracia, los consejos bien intencionados, la ayuda lastimera, las falsas esperanzas. Cuando recordaba todos aquellos momentos en los que las personas habían esperado algo de mí, estos parecían tan risibles, tan pusilánimes, tan ilusos. Jamás tuve oportunidades, sólo buenos consejos, jamás un “te quiero”, siempre un “ya encontrarás a alguien”, jamás hice nada que hubiese logrado con orgullo, siempre de rodillas esperando clemencia.

Hubo, quizá hace mucho, una oportunidad, un momento en el que mi ánimo era aún receptivo, en el que confiaba y esperaba confianza. Habría bastado un alma compañera, un amigo leal, un simple chance de hacer algo bien. Pero ahora ya era tarde… maldito mundo que jamás me quiso, y mi padre para quién jamás fui suficiente, y a mi madre que rezaba por mí sin siquiera mirarme a los ojos por vergüenza. Malditos mis hermanos, niños que hay que cuidar de las malas influencias. Malditos mis compañeros de colegio exitosos y con amistades bien posicionadas, mis profesores que siempre me humillaron, malditos los vecinos que no podían vivir sus propias vidas y ella por abandonarme.

Después de tantas rendiciones, después de soportarlo todo en sumisión, hoy algo me hizo enloquecer. Una tontería de hecho, un simple movimiento de mano con el que trató de apartarme quien era la mejor amiga de una de las tantas chicas que me rechazó. Un ademán despectivo sin siquiera mirarme que entre sonrisas produjo una sensación de invisibilidad absoluta. Como el abrir de una puerta, así mi presencia fue tan cosificada como el suelo que pisaba.

Lo cierto es que no sé si he llegado a matar a alguien, pero las veces que he clavado mi cuchillo, las razones habían sido mucho más instintivas: hambre o defensa propia. Pero matar a una persona por ser despectiva quizá sería la mejor razón del mundo, la más pura. Al darse cuenta de que no me moví sus ojos se posaron temerosos en mi rostro y por fin me vio.

A pesar de todo existo – me dije a mí mismo – yo existo, existo.

Di un paso hacia ella y luego…

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