El día que conocí a Marilyn Monroe

Cuento final

Este cuento fue escrito con aportes de menos de 180 caracteres, vía Twitter, por Natalia Bastías, Benjamin Rodríguez, Patricia Hernández, Jairo Echeverri García, Pam, La Tortuga Casiopea, Stephany Saenz, Andres García, Como en La vida Real, Patricia Rodriguez Alv, Jorge Alemán Cure, Laura Ruiz y la edición de algunos miembros del comité editorial de Cuento Colectivo. Visítanos en www.twitter.com/cuentocolectivo.

Marilyn Monroe por Andy Warhol

Nunca olvidaré el día que mi mayor sueño se volvió realidad. El día que conocí a la bella y maravillosa Marilyn Monroe. Andaba distraida una mañana fria de un verano limeño cualquiera, con un pucho a medio terminar y pisé un poster descolorido.

Era el cartel de “The seven year itch” que decía: “Viaja a Nueva York y conoce al elenco de esta película protagonizada por Marilyn Monroe. Oportunidad única e irrepetible”. Un escalofrío subió por mi espalda como los vapores del metro neoyorquino. Me imaginé junto con Marilyn, era mi ídolo. Seguí las instrucciones para participar. Sentía que iba a ganar.

Esperé con ansias noticias del concurso y un día mientras pensaba en Marilyn, llegó un sobre a nombre de ella. El extraño episodio llamó mi atención y despertó intriga por conocer su procedencia. Sin dudas, era de esos momentos que no olvidaría.

Al abrir el sobre una foto se resbaló… era de ella. La foto, firmada por Marilyn y con un beso pintado de labial rojo decía: “Dear Pat, you won! See you in my movie premiere. Kiss”. Salté de la emoción. No lo podía creer. ¡Sabía que ganaría! Lo había sentido. Dos semanas después estaba en el estreno.

La película me encantó y pude ver a Marilyn seis filas adelante. Después sería la fiesta que le brindaría su esposo, Joe DiMaggio, por ser también el día de su cumpleaños. Tal vez allí la podría conocer. En la fiesta, subí las escaleras de ese enorme salón.

Entre la multitud distinguí su vestido, fumaba un cigarrillo y bebía martini. Cuando me acerqué,  me ofreció uno.”No,gracias” le dije. Entonces me propuso “¿Y un poco de mi fama? Es que me está matando”. Sonreí de manera discreta y algo intimidada me incliné a su oído y dije: “daría mi vida por cinco minutos en tu lugar”.

En ese momento Joe llegó y se la llevó de forma brusca, hubo una escena de celos y Marilyn salió de la fiesta corriendo repentinamente. Recuerdo todo como si fuera ayer, sus palabras, su gracia infinita. Sería la primera y última vez que la vería… en persona, por lo menos.

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