El concienzudo psicoanálisis

Esta cuento fue escrito por Isabel Moya y surgió a partir de este ejercicio, en homenaje al aniversario de nacimiento de Sigmund Freud. Esperemos que disfrutes la historia.

psicoanalisis

 

Eran una hora cualquiera y un lugar cualquiera, aunque propicios para la casualidad, en los que Psicoanálisis caminaba, como de costumbre, pasando desapercibida entre la multitud. La pequeña Psicoanálisis observaba y analizaba a cualquiera que se cruzara en su camino. Este propósito le había nacido mucho tiempo atrás, el día en que se percató de que intentar comprenderse a sí misma, era inútil.

Cuando el sol se filtraba entre las nubes y acariciaba sus párpados, Psicoanálisis se sentía extasiada, y en completa comunión con el universo. Eran instantes para ella de plena felicidad, en los que sabía qué haría y cómo quería ser. Sin embargo, en cuanto se despistaba, perdía la calma y una terrible angustia la invadía. En esos momentos se encontraba presa de un espantoso vacío que la embargaba y provocaba sus más terribles crisis existenciales.

Psicoanálisis quería descubrir qué era lo que la arrastraba hacia aquella agonía incomprensible. Tenía todo, o al menos casi todo, lo que en ese momento podía necesitar. Pero ella no era estúpida, y sabía que no siempre lo que necesitaba era lo que quería, así que se decidió a buscar lo que más deseaba, lo que le devolvía la plenitud de la que era adicta.

Psicoanálisis era pequeña, y tenía poca resistencia. Se impacientaba demasiado pronto con todo el mundo. No veía nada en nadie que le llamara la atención. El entorno era gris, y sus ojos ansiaban colores chillones que la hicieran estremecerse. Sabía por experiencia propia que algunos tintes desaparecían bajo las primeras gotas de lluvia, y que algunos otros perdían su brillo con el tiempo, desgastándose y camuflándose en la sociedad.

Así que una tarde, cansada de buscar, se limitó a observar, a sentarse y a empatizar, intentando con esmero filtrarse en las mentes de los seres que la rodeaban. Intrépida, recorría recovecos ajenos siempre que tenía oportunidad, con la esperanza de que algún matiz inesperado consiguiera cegarla. Ésa era una de esas tardes. Psicoanálisis llevaba a cuestas una gran maleta, llena de pensamientos y emociones que había conseguido reunir esa semana. Había sacado billete en la estación, y volvía a casa a vaciar su equipaje para poder seguir llenándolo una y otra vez, ampliando su infinita colección.

Ocupó su asiento, y se limitó a mirar por la ventanilla, esperando que el motor iniciara su rugido y comenzara el viaje. En ese instante llegó lo más interesante que había vislumbrado en kilómetros a la redonda…
“Y la inminente entrada en escena de aquel desgarbado espejo detuvo el concienzudo psicoanálisis.”

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