Créale una conclusión a esta historia sobre una riña entre los dioses griegos y romanos

Cuento en construcción

Concluye este cuento que ha sido escrito hasta el momento entre Jairo Echeverri García, Virgilio Platt y la edición del Comité editorial de Cuento Colectivo. Una vez sepamos el final de esta historia le inventaremos títulos.

Ares se levanta después de un largo sueño y enseguida se tira al suelo a hacer 10.000 flexiones de pecho. Hace después 10.000 abdominales y 10.000 sentadillas para empezar el día. Algo lo atormenta, o tal vez es que siempre amanece un poco amargado. Para liberar un poco de energía, le da unos cuantos puños a su saco de hierro (el equivalente al saco de arena de los humanos).

Hermes, su hermano, lo encuentra propinándole combinaciones de golpes al saco, ya vuelto añicos. “Querido hermano, de veras que estás a la altura de tu nombre, dios de la guerra. No son ni las siete de la mañana y ya tienes los nudillos hinchados” dice Hermes. “Eso me los fortalece” contesta Ares.

“Te tengo un mensaje que a muchos los podría horrorizar, pero sé que en especial a ti te llenará de regocijo” le dice Hermes. “Soy todo oídos” dice Ares mientras se prepara una malteada de proteínas. “Al parecer unos tales dioses romanos quieren usurpar nuestra identidad y hacerla pasar como la suya. Pero eso no es todo, y llego rápido a la parte que te concierne… hay un tal Marte que se hace pasar como el verdadero dios de la guerra y que está dispuesto a comprobarlo ante el universo”.

Al día siguiente Hermes le informó a Mercurio, su homólogo romano, que le podía decir a Marte que Ares se había reído a carcajadas durante horas del charlatán que se atrevía a retarlo. “Dijo que sólo dijera cuándo y dónde, también que procurara preparar a todas sus fuerzas” comentó Hermes “y trata de no demorarte mucho y transmitir el mensaje de forma completa”. “¡Ja!” respondió Mercurio “acá el que enreda la correspondencia no soy yo”…

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