Los guaks (título provisional)

Cuento en construcción

Este punto de partida fue propuesto por Nedda, uno de nuestros participantes. Continúa la historia. Este ejercicio está abierto de forma indefinida y una vez sepamos su final, le inventaremos títulos. ¡Participa!

Había elegido caminar por el borde del río porque sabía que con aquella tormenta y las orillas resbalosas, difícilmente se encontraría con alguien, amigo o enemigo. En realidad no le importaba mucho la suerte de su empresa. Se había dejado arrastrar por cierta fatalidad, y por la especie de anestesia moral que lo caracterizaba por aquellos días.

A unos diez o doce metros vio el relumbre de los ojos pálidos de los guaks. No contó más de 3 o 4 pares; entonces no atacarían. No, a menos que hubiera algunos más merodeando entre la niebla que cubría el cañaveral. Los ojos parpadearon y desparecieron. Unos gruñidos y chapoteos cada vez más lejanos le confirmaron que podía seguir su camino, sin echar mano al viejo revólver de su padre.

Tanteó el bolsillo húmedo de su chaqueta, para confirmar que su diario, inofensivo hasta esa misma mañana, seguía allí…

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